viernes, 29 de noviembre de 2013

Capítulo XXII y final

-¿Hijo?- dijo el anciano. Thorin no podía decir nada de la profunda emoción que oprimía su pecho.
El anciano se acercó a él y lo miró todo vestido con las ropas de Thrór y se emocionó muchísimo.
-Hijo, mírate, ya eres todo un rey- dijo tomando a su hijo por lo hombros.
-Padre…- al fin pudo hablar. Su padre lo tocaba, no era un fantasma, no era nada de eso un sueño.
Todos observaron aquella escena hasta que Dís vio a su hijo Fili y corrió a abrazarlo. Ambos se abrazaron fuerte frente a las puertas de Erebor y ella preguntó por Kili con el corazón encogido porque allí estaban todos los Enanos menos Kili.
Los Enanos la tranquilizaron contándole que Kili estaba adentro.
-Cien años en Dol Guldur- decía Thráin –No sé cómo estoy vivo, no sé cómo aún te recuerdo, hijo. Pero ahora estamos en otra grave situación- lamentaba el Enano no poder disfrutar de aquel encuentro tan añorado.
-No padre, esto ya se resuelve- le dijo Thorin.
-¿Estás seguro? Has cedido el tesoro de nuestro pueblo ¡Thorin! ¿Qué haces?- el anciano no aprobaba tal acción –Nuestro tesoro es nuestro ¡No deshonres a tu abuelo así!-
-Padre, hay cosas más importantes que ese oro. La vida me ha bendecido demasiado como para poner eso en riesgo por ese oro- le dijo Thorin.
-¿Qué puede valer más que nuestro tesoro de miles de años?-
-Me voy a casar-
-¡Oh, buenas nuevas!- exclamó Gandalf ante aquellos hechos, pues había logrado su objetivo.
Dís se sorprendió muchísimo ante esa noticia, alzó las cejas observando incrédula a su hermano. Hubiera creído primero que las Ent-mujeres estaban allí a que Thorin se hubiera enamorado.
-¿Entiendes padre lo que me pasa? Tú sabes lo que es esto, tú te casaste-
-Oh, sí lo sé, eso lo recuerdo también- suspiró Thráin comprendiendo completamente la decisión de su hijo.
-Quiero vivir el amor, no morirme en una batalla-
-¡Vaya! ¿Pero dónde pudiste encontrar ese amor, Thorin?- intervino Dís sin creer aun nada de eso.
Thorin se quedó callado, era obvio que todos pensaban que era una Enana la mujer que amaba. No sabía cómo iba a entrarle a ese tema.
-¿Te echaste perfume, hermano?- Dís bromeó a propósito del aspecto tan limpio de su hermano.
-No es perfume, es jabón- gruñó él con una sonrisa.
-Bueno, esto se ha resuelto, sí- intervino Gandalf ya que estaban allí el rey Elfo muy fastidiado con aquello y Bardo, más todo un ejército que esperaba.
-Aún quedan cosas pendientes entre tú y yo, Elfo- dijo el rey Enano a Thranduil que torció el gesto con indiferencia. Gandalf intervino otra vez para no dejar que algo se inmiscuyera en la paz que habían logrado.
–Hemos de proceder a repartir el tesoro de una manera muy justa. Estos señores están aquí a la espera- señaló a los ejércitos de Thranduil y Bardo- Yo te ayudo Thorin, y además me ofrezco a celebrar tan hermoso acontecimiento- le guiñó un ojo al Enano y Thorin se ilusionó con su boda pues Gandalf lo casaría con su Belladonna.


Ahora vendría el momento de que todos los Enanos, su padre, su hermana, Dáin y su gente que venían a ayudarlo a reconstruir Erebor conocieran a la futura Reina Bajo la Montaña.



Continúa en fic "La Reina Bajo la Montaña"
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